Comenzamos ya con las altas temperaturas y aparecen las piscinas, así como las playas, como buenas alternativa para capear el calor, por lo que se hace necesario que padres y adultos tomen las precauciones adecuadas para reducir al máximo los peligros de inmersión.
Definitivamente los niños son quienes más disfrutan del verano, especialmente de la temporada de playas y piscinas. De ahí que no resulte extraño que precisamente sean ellos quienes quedan más expuestos ante eventuales accidentes de asfixia por inmersión, especialmente si no se toman las medidas de seguridad necesarias.
Durante este periodo del año se experimenta un gran aumento en las atenciones de urgencia por este tipo de casos y de ahí que se hace necesario saber cómo actuar al momento de verse enfrentado a una situación de este tipo. La experiencia ha demostrado que los niños entre 1 y 5 años son quienes están más expuestos a protagonizar este tipo de situaciones, más frecuente en niños que en niñas.
Curiosamente estos accidentes ocurren más durante los fines de semana y después del horario de almuerzo, entre las 16:00 y 18:00 horas. Por lo que no podemos descuidar nuestras piscinas, sean pequeñas, grandes, de cemento o plásticas. Cualquier tipo de piscinas puede generar un accidente por inmersión.
¿Cómo actuar ante un caso de inmersión?
En caso de encontrarse en una situación donde una persona ha sufrido de asfixia por inmersión, la recomendación inicial es sacarlo cuanto antes del agua y recostarlo boca arriba procurando que todo su cuerpo quede en posición horizontal.
Acto seguido, se debe intentar hablar con la persona en busca de alguna respuesta conciente. De no existir ninguna respuesta, se debe determinar si aún respira. Si no existe ningún indicio de actividad pulmonar, se debe intentar establecer si aún tiene pulso.
Al no registrar ningún tipo de respuesta ante estas acciones, se debe llamar inmediatamente a cualquier sistema de rescate o urgencia y se debe comenzar con los trabajos de reanimación para lo cual es fundamental seguir algunas indicaciones que se detallan a continuación.
No intentar secar o subirle la temperatura a la persona accidentada: Mientras más baja sea la temperatura del paciente menos consumo de oxígeno demando el cuerpo y, por consiguiente, da más tiempo para intentar estabilizar a la persona.
Compresiones: La palma de la mano izquierda se debe poner en el centro del pecho (entre los dos maléolos), sobre ella se pone la mano derecha, entrelazando los dedos y poniendo los brazos firmes con los codos estirados. Luego con todo el peso del cuerpo iniciar una serie de compresiones, de un segundo cada una aproximadamente, hasta que llegue alguna ayuda o rescate. La idea es hacer que el tórax se comprima y luego vuelva a su posición.
Ventilación pulmonar: De forma paralela al masaje cardiaco, se debe también realizar el ejercicio de respiración boca a boca. Este normalmente se hace en una frecuencia de 30 compresiones en el tórax y dos de ventilación. Estas acciones se deben realizar ininterrumpidamente hasta que lleguen los equipos de emergencia que ya fueron llamados para ir en ayuda de la persona accidentada.
Si el accidentado es un niño de un año o menor, la compresión se debe hacer con dos dedos de la mano o solo una de ellas para evitar que la fuerza que se aplica dañe aún más el organismo.
En el caso de los ejercicios de ventilación, la persona que realiza el rescate debe procurar que su boca cubra la boca y nariz del niño, o accidentado, para que la técnica dé resultado. Si el accidentado es una persona de mayor edad, la nariz debe ser bloqueada con la mano al momento de realizar la respiración boca a boca.
Siguiendo estas instrucciones, aún cuando la persona que actúa como socorrista no cuente con experiencia, se puede dar oxígeno a la persona accidentada y así proporcionar el tiempo suficiente para que llegue la atención especializada. Se deben mantener estas acciones de reanimación hasta que llegue la ambulancia y personal paramédico, de tal forma de procurar oxígeno al cerebro del paciente y reducir así eventuales daños neurológicos, los que ocurren, en promedio, luego de cuatro o cinco minutos de asfixia.
Si el paciente recupera la conciencia, lo más recomendable es que sea trasladado cuanto antes a un centro asistencial para que se le realicen los exámenes de rigor que permitan establecer si hubo o no daño como resultado de la asfixia por inmersión.