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PSU y Talento

La discusión en torno a la PSU, muy activa hace unas semanas, debiera extenderse más tiempo debido a que toca diversos ámbitos de profundo interés para quienes participamos en el desarrollo de la sociedad. La PSU parece un tema superficial y meramente instrumental cuando sólo se abordan sus aspectos más bien prácticos: es el medio para que los postulantes puedan ser seleccionados como alumnos de una Universidad. Por otra parte, la prueba es un factor en el cálculo de una forma de aporte fiscal a las universidades que reciben a esos alumnos. Podrá discutirse, como se ha discutido, que el instrumento no es perfecto. Es sabido que refleja potentemente el (des)nivel socioeconómico de quienes la rinden, es decir, que el puntaje es significativamente bajo en quienes provienen de hogares más carenciados. Es conocido el hecho que la normalización de la prueba, que permite que el promedio sea siempre el mismo puntaje, arrastra desde el fondo de más pobre rendimiento,  a niveles que expresan medianía, pero provocando a su vez que no exista  una real diferencia entre puntajes al centro de la distribución, lo que genera que los cortes al ingreso en cada proceso de admisión dejen fuera a un postulante que estadística y académicamente ha rendido igual de bien (o mal) que el que ha quedado dentro.

Y se podrá esgrimir un argumento encima del otro para fortalecer una u otra posición a favor o en contra de la PSU como sistema de admisión.

Ahora bien, llama profundamente la atención que se siga usando una prueba de admisión que se sitúa en un contexto de capacidades, talentos, habilidades, conocimientos que no son tales, dadas las distorsiones socioeconómicas y metodológicas que exhiben un sesgo que favorece siempre a los mismos grupos sociales. Y que este fenómeno sea avalado por las propias instituciones que han generado el conocimiento sobre la diversidad humana y su complejidad, que han formado profesionales cuyo fin es bregar por mejores condiciones en la calidad de vida de todos.

La excelencia académica no puede ser medida por la PSU, ni es el resultado en la prueba reflejo de un talento personal para el camino académico. Las ciencias humanas y sociales hace muchas décadas que han ampliado el horizonte respecto de la multiplicidad de talentos que conviven dentro de una persona y de la inusitada flexibilidad para evolucionar y desarrollarse que el ser humano guardaba dentro, y que ha sido confirmada.

¿Por qué no es posible promover un proceso de admisión que valide todas las destrezas que son necesarias para enfrentar el camino universitario? ¿Por qué no se puede separar el sistema de financiamiento universitario del proceso de admisión, evitando el mal uso de la política de admisión, que es parte del proceso de formación? ¿Por qué no se puede hacer más coherente el mensaje de una universidad, que busca el pleno desarrollo de los ciudadanos y del conocimiento, mientras al mismo tiempo distorsiona, no sin cierta complicidad, los efectos de un mal instrumento, naturalizando las diferencias entre jóvenes, que en realidad son diferencias sociales y fallas metodológicas?.

Olegario Hernández
Director de la Escuela de Psicología
UDLA

Enero 27 de 2011.