Me parece importante reflexionar nuevamente, y mantener en el debate, el tema de la calidad y cantidad de abogados.
Hace unas semanas atrás se publicó una entrevista al Presidente de la Corte Suprema, Milton Juica, en donde manifiesta su preocupación por el alto número de abogados que se incorporan al mundo laboral. Señala, además, otros temores que no están relacionados directamente al número de abogados, sino a la calidad ética de los mismos y a la preparación de quienes litigan.
Al parecer, en este artículo, el Presidente de la Corte Suprema coincide con el Presidente del Colegio de Abogados, Enrique Barros, que la preocupación principal no es el número de abogados, sino la calificación de los profesionales.
Afortunadamente, y de manera esperanzadora, para muchos alumnos que estudian con entusiasmo y vocación, se señala que esta profesión tiene varios ¿campos fértiles¿, lo que es cierto.
Se puede desprender, entonces, de la lectura del artículo, que la principal preocupación es la calidad ética de los profesionales y la calificación de los abogados que litigan. Al continuar con la lectura de la nota, se menciona que muchas universidades no tradicionales imparten esta carrera, y, al mismo tiempo, se señala que sólo han participado en el debate y estudio para generar una certificación de calidad de los abogados, los decanos de la Universidad de Chile y Católica.
Me pregunto entonces, por qué no invitar a los decanos de la universidades no tradicionales a trabajar en conjunto, para que éstos puedan dar a conocer su forma de trabajo centrada de manera genuina en formar buenos abogados, éticos y competentes. Es bueno escuchar a quienes forman el mayor número de abogados, si esa es una especial preocupación. La diversidad hace bien, todos pueden aprender y, además, quizás sea una forma de romper prejuicios y dar la legítima oportunidad para que estos alumnos demuestren su preparación. Me parece bueno que en determinadas oportunidades, como por ejemplo para habilitarse como abogados litigantes, los profesionales puedan ser medidos con la misma vara. Sin embargo no me cabe duda de que nos podemos llevar más de una sorpresa.
En cuanto a la formación ética de los alumnos, cada Facultad de Derecho debe ser lo suficientemente seria para tener en sus planes de estudios herramientas que fortalezcan esta formación. Deberán contar también con un riguroso control ético del plantel docente y autoridades de las escuelas, el resto, debemos confiar que es parte de la formación y calidad de cada persona, como en cualquier profesión.
Tenemos constantes muestras que los errores y horrores éticos los cometen profesionales de todas las áreas, pero lamentablemente somos los abogados quienes debemos cargar con viejos y gastados prejuicios.
María Paulina Hernández Pedraza.
Directora Escuela de Derecho.
UDLA.
Noviembre 04 de 2010.