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Opinión:

Si preguntamos a la población que estaba en edad escolar en la década de los 80 por el test de Cooper, de seguro más de algún mal recuerdo evocaríamos. Este test fue desarrollado en la década del 60 por el Dr. Kenneth Cooper, para valorar la Potencia Aeróbica máxima del personal de la fuerza aérea de los Estados Unidos. Fue validada para varones entre 17-54 años (r=0.90). En cambio, para niños entre 11 y 14 años, su validez es sólo de 0.65, lo que indica que no es la prueba más adecuada para medir la potencia aeróbica máxima en este tramo.
 
Pero más allá de esto, y de la necesidad de encontrar un elemento acorde para medir el estado físico de los escolares, la iniciativa de aplicar un SIMCE de educación física es valorable, ya que por una parte los niveles de obesidad infantil se han incrementado en forma dramática, y por otra, el sedentarismo se ha instaurado en nuestros colegios. Por esto conocer el nivel físico de nuestros alumnos debe mezclarse con la indagación de hábitos y conocimientos sobre actividad física y nutrición, ya que lo que se debe inculcar con posterioridad es la adopción de estilos de vida saludables a través de la práctica del deporte y adecuados hábitos nutricionales.

Es pertinente también que la adopción de un sistema de evaluación de esta naturaleza sea consensuado con las entidades de educación superior vinculadas a la formación docente, ya que es seguro que en las universidades no se enseña el test de Cooper como una forma válida de valoración para la población escolar.

Jorge Cancino
Director Instituto del Deporte
UDLA

Agosto 12 de 2010