Chile es un país liberal. De tomo y lomo. Tal cual lo oye. Nunca hemos sido conservadores y nunca lo seremos tampoco. No creemos los discursos moralistas que condenan del divorcio, la píldora (ni la diaria ni la del día después), no creemos que el sexo sea para el matrimonio solamente, ni pensamos que cuando vamos a tomar café, en realidad tomamos café.
Cuando llegó el canal de Playboy a Chile por SKY (hoy DirecTV), el gerente de la empresa reconoció que no daban abasto al aumento de la solicitud de ese canal que estaban teniendo. Y es más, a la primera oportunidad miles de chilenos salen a correr sin ropa por la calle en medio de cámaras de televisión, de fotos y de curiosos que añoraban algunos de ellos, con estar en el medio de esa euforia pero no se atrevían (no me van a decir que ellos iban pasando por ahí un domingo a las siete de la mañana). Fue tanto, que en ese momento, fue un record mundial. Podríamos estar así todo el día citando ejemplos.
Otra cosa distinta es que siempre hayamos negado esta condición de liberales. Aún cuando los estridentes gritos de los sectores conservadores den la sensación de que la cosa está pareja. Pero la verdad sea dicha, a la enorme mayoría le desagrada profundamente que le impongan qué hacer, cómo comportarse, que decidir, o qué ver en televisión.
Hay algunos que lo entienden claramente. Jaime de Aguirre por nombrar un caso. Director Ejecutivo de Chilevisión, sabe leer como nadie aquello que subyace en el alma del chileno. Escucha los discursos públicos propugnando la correcta conducta y los ¿deber ser¿. Pero él sabe que el actuar privado de nuestros compatriotas es muy distinto. Y lo asume sin complejos. Tanto así que los resultados de Chilevisión bajo su mando han sido por lejos, los más exitosos de la industria y el precio que pagó Time Warner (no develado oficialmente, pero se habla de 150 millones de dólares) nos dicen que algo se hizo bien ahí. El estelar del baile muchos lo ven porque salen mujeres guapas, con trajes que alientan la fantasía colectiva y no porqué la exhibición de baile propiamente tal sea una proeza baryshnikovsiana. La serie ¿Infieles¿ lidera la sintonía en su día porque¿ bueno, usted ya sabe por qué.
Alguna vez me tocó realizar un reportaje sobre swingers chilenos. Quedé anonadado con la cantidad de dueñas de casa, profesionales y tantos que visitaban este mundo. Los locales se repletaban los fines de semana, sin contar con que muchos otros compatriotas viajaban al otro lado de la cordillera a vivir el intercambio de parejas. Pero claro, pregunte a alguno si confesaría esta opción? O en la televisión, salga a la calle a preguntar si cree que la televisión debería tener más cultura? Le adelanto el resultado: todos dirán que sí. Ahora, ponga una ópera, un concierto o un ballet en la televisión abierta: lo verán muy pocos. Todos vemos Discovery, pero el rating nos delata que vemos Chilevisión o que el estelar más visto es Morandé con compañía.
Después de todo, un país mira la televisión que lo representa. Es ahí donde no sólo vemos, sino donde nos vemos. Sería bueno que ahora que cumplimos 200 años, por fin lo reconociéramos. Nos revelaría un signo de madurez, de desarrollo. Así, la próxima vez que alguien le diga que los chilenos somos conservadores, usted respóndale ¿¡¡Andá!!!¿.
Visita y opina en el Blog de Mauro Lombardi, Decano de la Facultad de Comunicaciones de UDLA, en latercera.com
Septiembre 13 de 2010.