El optimismo frente a las mejoras sustanciales en la economía mundial se ha tomado con mayor prudencia, a la luz del resumen del informe provisional de perspectivas de la OCDE. Este informe dice que las estimaciones de crecimiento para los países del G7 están en torno al 1,6%. Las razones de esta ralentización vienen dadas por el bajo crecimiento del consumo privado.
Por el contrario, las economías emergentes, como la chilena, han tenido un alto crecimiento a raíz del aumento de la demanda interna, existiendo varias explicaciones para esto. Las principales apuntan a que se debe a un consumo reprimido durante el periodo de crisis, y también al efecto de reposición de inventarios que se está llevando aceleradamente. Otras se ligan al efecto terremoto, y hasta al mismísimo Bicentenario, y el espíritu de gastar porque se debe celebrar en grande.
Principalmente, estos puntos son los que explicarían los buenos indicadores que muestra nuestra economía, y que han hecho que no dependamos del comportamiento originado por países del G7.
La pregunta es hasta cuándo el consumo será el que sostenga estas altas tasas de crecimiento en nuestra economía. La respuesta va dada en una serie de reformas relacionadas con la modernización del Estado que lleve a una descentralización, definir en plazos muy cortos la institucionalidad medioambiental de tal modo que los inversionistas tengan reglas claras y realicen las inversiones que el país necesita para poder seguir creciendo, perfeccionar el mercado de capitales, entre otros. Esto nos ayudaría a aumentar la competitividad de Chile, estando preparados para cuando la demanda externa se reactive, y así buscar la colocación de productos en mercados emergentes tanto latinoamericanos como asiáticos.
César Arriagada P.
Director carreras Facultad Administración y Negocios.
UDLA ¿ Concepción.
Septiembre 14 de 2010.