Ante el desarrollo del género de la así llamada Memoria Histórica, el escritor español, Javier Cercas, en su libro “El impostor”, desarrolla una reflexión sobre la contradicción de sus términos internos, memoria e historia y hace una diferenciación radical entre ambas. La primera sería oficial, sería académica, fruto de un trabajo que requiere de evidencias verificables por los demás. Aspiraría a ser científica, aún sin declararlo. La memoria, por el contrario, sería subjetiva y personal. No correspondería a colectivos. La condición de subjetiva es que está vinculada con emociones y sujeta a las distorsiones por intereses, sesgos y limitaciones del sujeto que la tiene. En psicología sabemos mucho de esas distorsiones, desde cognitivistas a psicoanalistas reconocen a la memoria como acomodaticia y falibre. Para Cercas, al menos en ese texto, o hay memoria o hay historia.

“Un veterano de tres guerras  es la autobiografía del abogado y militar José Miguel Varela, sistematizada por el periodista Guillermo Parvex. Aparece la memoria individual, limitada y parcial del militar y abogado en relación con tres relevantes procesos de nuestra historia, quien logra cubrir una subjetividad algo perdida a los ojos de hoy. En ese sentido, creo que logra ser memoria histórica en su señalamiento sobre núcleos de la chilenidad insuperables, no superables ni cerrables, completamente traumáticos.

Se trata de un libro que aborda grandes traumas nacionales, como son la guerra contra Perú y Bolivia, del 1889; la instalación del estado nacional en La Araucanía y el derrocamiento del gobierno del presidente José Manuel Balmaceda. Todos estos hechos tienen nombres que los delimitan y cierran en el código del vocabulario cotidiano. En lo legal y desde el sentido común, se trata de hechos pasados. El primero se llama Guerra del Pacífico, el segundo Pacificación de La Araucanía y el segundo Guerra Civil de 1890.

Desde una mirada serena, a la cual este libro conlleva, es posible constatar que estas tres instancias no son más que partes de procesos vivos que siguen abiertos, son heridas que todavía pueden devolverse a enfermedad: la relación externa del país con los países vecinos, la relación interna del país con el pueblo mapuche y con el bandidaje (de toda clase social), y la superación de simbiosis entre gobierno y grupos de poder. Se trata de problemas de estructura, social, económica y cultural al menos, ante las que los sujetos somos víctimas aún, que nos persiguen y que no nos abandonan como un síntoma de neurosis de guerra.

Recomiendo al libro porque Parvex retoma, a través de este connacional, el análisis y discusión ante estos tres procesos complejos que mezclan el poder, la ética, la guerra, y la muerte al final, mostrando que es posible sobrellevarlos en la medida que sean narrados y simbolizados (como medicina ante traumas y reales imposibles). José Miguel Varela no murió en lo físico y material de esas guerras, pero tampoco en lo humano, logrando aportar temple y humanidad a experiencias imposibles de comprender en su real como son el asesinato y la traición. Este libro muestra la lucidez que trasciende a la injusticia del uso del poder, las mutilaciones, de las traiciones de la armada al presidente y dolor de las guerras fratricidas. Este libro, a la luz de hoy, hace cuestionar la artificialidad de la cuestión de la nacionalidad y muestra a un sujeto que asume un lugar protagónico con un poco común desprendimiento narcisistico, con un ego humilde y respetuoso del otro enemigo. El Veterano de Tres Guerras muestra una novedosa subjetividad militar chilena, muy distante a la subjetividad prusiana y egótica que predominó en los últimos años de la historia reciente, logrando constituirse en un muy buen ejemplo de la novela de memoria histórica nacional.

Marcelo Fagalde
Director Académico
Facultad de Ciencias Sociales