La alerta sanitaria que decretó el Ministerio de Salud por el brote de Fiebre Q en las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos, dejó abiertas varias interrogantes.
La Fiebre Q corresponde a una enfermedad infecciosa zoonótica de distribución mundial, que afecta a mamíferos, reptiles, aves y algunos artrópodos. Es causada por una microbacteria denominada Coxiella Burnetii, bacilo Gram negativo de ubicación intracelular.
En Chile, la enfermedad está subdiagnosticada y los brotes se exacerban durante estaciones de partos masivos en ganado bovinos. Los rumiantes son los reservorios naturales del agente infeccioso y en ellos puede provocar principalmente un cuadro reproductivo (aborto en el último tercio de gestación).
El agente se transmite a humanos a través de la inhalación o ingestión de esporas disecadas del agente etiológico, las que pueden ser diseminadas al medio ambiente a través de secreciones y fluidos corporales: líquido amniótico, leche no esterilizada, orina, desechos fecales, fetos y membranas fetales.
Por todo lo anterior, esta enfermedad afecta principalmente a operadores de planta en sector lechero, operadores de plantas faenadoras, investigadores biomédicos, médicos veterinarios, encargados de bioterios, personal de feria ganadera, personal encargado de transporte de ganado, personal de laboratorios bromatológicos.
Este agente infeccioso también afecta a las mascotas, animales silvestres y especies en cautiverio. Perros y gatos son huéspedes asintomáticos y eventualmente son infectados mediante garrapatas y ácaros.
Considerando todos estos antecedentes, es necesario tener en cuenta el importante rol que debe desempeñar el médico veterinario en terreno, ya que debe realizar diagnóstico diferencial de esta enfermedad, notificar al S.A.G. y supervisar todas las medidas que coartan la diseminación del agente infeccioso. Como se trata de una enfermedad de alto impacto epidemiológico, son importantes las medidas que surgen a partir de la Medicina Veterinaria Preventiva.
En algunos países existen vacunas para prevenir la enfermedad, las que solo pueden ser distribuidas por organismos de salud y ser manipuladas por médicos veterinarios certificados, ya que constituye un arma biológica potencial.
Para su diagnóstico existen distintas técnicas: test de ELISA, ensayos serológicos directos, inmunofluorescencia indirecta o PCR (reacción en cadena de la polimerasa)
En humanos, menos del 50% de las personas infectadas contraen la enfermedad. La presentación clínica es muy variada e incluye formas graves con un mal pronóstico. Frecuentemente, los casos agudos se presentan como una infección asintomática, un síndrome gripal, una neumonía o una hepatitis. Probablemente, los factores del huésped juegan un papel importante en el desarrollo de la enfermedad crónica, que se puede presentar como una endocarditis con hemocultivo negativo.
Para prevenir el contagio, se requiere el uso adecuado de ropa aislante, botas, lentes de seguridad, guantes, registros de movimiento animal, eliminar las descargas vaginales del parto y postparto, limpieza y desinfección del lugar de la parición, evitar el consumo de leche no pasteurizada, eliminación y adecuada disposición de material fecal, ya que gran parte de las infecciones se mantienen en el ambiente mediante la contaminación de artrópodos (ácaros).
Edgardo Sepulveda
Director de Carrera
Medicina Veterinaria