“Mi sueño, es conseguir que otros sueñen”
¿Qué recuerdas de tu paso por UDLA?
Primero que todo, mencionar que la UDLA se me presentó como un lugar apto para desarrollar mi vocación, fue difícil en un principio, ante una gran oferta académica, tentadores y rimbombantes nombres de carreras, presiones exógenas, comprender que efectivamente deseaba ser profesor y luego elegir las letras para encausar el camino. Frente a eso, la facultad a la que ingresé y la carrera que elegí, Pedagogía en Lengua Castellana y Literatura, incipiente por lo demás, logró plasmar mis sueños y generar muchos nuevos.
Además, conocer gente tan diversa. Debo mencionar que, por mi trabajo, se me permitía asistir a clases en las jornada diurna y vespertina, mis compañeros, independiente de la jornada, siempre fueron un aporte, los profesores -modelos educativos- fueron configurando mi vocación, plasmando y construyendo en mí el perfil del profesional que quería ser, y que muchas veces me detuve a pensar y cuestionar que mi misión estaba siendo marcada por una responsabilidad que dejaba de ser personal, que se hacía colectiva, que mis acciones repercutirían en otros, mis futuros estudiantes, y que cada cosa aprendida ya dejaba de ser mía, si no que desde el momento en que dejara de ir a la universidad, me convertiría en mediador y facilitador de aprendizajes.
¿Qué destacas de tu formación?
La formación en valores, ese "plus" que otorgan las universidades, que ahora conocemos o denominamos como “sello”. Cuando ingresé a UDLA, la visión de lo que esperaba de nosotros la Facultad de Educación estaba muy clara: profesores con una sólida formación, pero a su vez, que fueran un aporte a la sociedad con enfoques más inclusivos, mirada más integral del ser, no solo un mero transmisor de contenidos, si no alguien que produjera cambios, que fuera un actor social.
¿Cómo llegaste a tu trabajo de hoy?
Al Liceo de Adultos Pucará de Chena, en San Bernardo, llegué por el azar y el destino. Me encontraba trabajando en un colegio en Melipilla, y me comenta un conocido que necesitaban un reemplazo para la jornada nocturna en un liceo a pocas cuadras de mi casa. Me presenté a la entrevista y me quedé trabajando, aunque había un pero: debía tomar un jefatura que, lamentablemente, según palabras del director eran jóvenes que estaban "aburridos" porque no habían tenido profesor jefe y se sentían solos; fui a la sala, me presenté -fue mi primera clase en esta liceo- les pedí disculpas por las situaciones que habían pasado y que si de mí dependía, sería su profesor jefe hasta cuando terminara la licencia; resumiendo, al año siguiente asumí 44 horas de aula, que se transformaron, en dos meses, en la posibilidad de asumir el cargo de Orientador, que desempeño hasta el día de hoy, compatibilizando mi horario con horas de docencia en la Escuela de Caballería de Carabineros y un instituto profesional.
¿Cuáles son tus proyecciones futuras?
Quizás muchos podrían pensar que la dirección de un colegio sería una aspiración futura, o tal vez un ejercicio directivo en alguna universidad, pero creo que hoy, en este momento, mis proyecciones tienen que ver con un desafío mayor: salir de mi zona de confort y convertirme en un profesor de esos de pueblo, de zonas extremas, de lugares con dificultades geográficas y económicas; un lugar en el que este humilde profesor sea capaz de encender nuevos corazones impetuosos, que persigan sus sueños. Mi sueño, es conseguir que otros sueñen.